Alfonso Quiróz Cuarón, (Chihuahua, 1910 - Ciudad de México, 1978) considerado el padre de la criminología mexicana.
A los 15 años de edad pierde a su padre, víctima de un asesinato en las oficinas del ferrocarril en la estación de Tampico. Lejos de cambiar su vida, nace en él el interés del por qué de las conductas homicidas en los hombres.
En 1929 llega a ciudad de México desempeñándose como ayudante del Juzgado IV Correccional, formando parte del Consejo Supremo de Defensa y Prevención Social, al año siguiente ingresa como practicante en el Servicio Médico Forense.
En 1939 se convierte en el primer criminólogo graduado en la Universidad Nacional Autónoma de México, obteniendo la jefatura de la Sección Médico Psicológica del Centro de Observación del Tribunal de Menores. Fue discípulo del gran psiquiatra forense José Gómez Robleda, quien estuvo a cargo del Neuropsiquiátrico General de la Castañeda. Sus informes sobre perfiles criminales tuvieron repercusión en todo el mundo.
En 1932 en la cárcel de Lecumberri junto con los doctores Matilde Carrillo, Benjamín Argüelles y González Enríquez se disponen a realizar los primeros estudios científicos sobre las personalidades atípicas de los reclusos logrando clasificarlas. Quiroz sostiene entonces que la política criminológica debe considerar no solo la reculsión si no también la rehabilitación, haciendo prevención en los aspectos sociales, económicos y psicológicos. Años más tarde no solo logra la búsqueda de recuperación de los presos si no que propone la edificación de diferentes unidades penales en la ciudad de México desapareciendo el reclusorio Lecumberri
Para él las ciencias Criminalísticas y las Criminológicas al unirse se enriquecen una a la otra complementándose, porque los conocimientos técnicos de la primera perfeccionan el por qué logrando una síntesis para la explicación de las conductas antisociales, lo que ayuda a establecer medidas preventivas.
Uno de los casos más sonados en los que intervino es el de Jacques Mornad, el asesino de León Trotsky, gracias a sus pericias, se logró atrapar al criminal.
Gregorio Cárdenas asesino de mujeres a las enterraba en el patio de su casa fue también parte de su investigación en 1943. Este criminal no llegó a ser sentenciado, ya que durante su reclusión en la cárcel de Lecumberri cursó estudios de Derecho, lo que le valió poder defenderse y asesorar a otros reclusos en sus correspondientes procesos penales. Finalmente Cárdenas fue puesto en libertad.
El famoso falsificador Enrico Samprieto fue finalmente atrapado por la policía gracias a la intervención del Dr. Quiroz Cuarón en el año 1948.
La personalidad de otro asesino de mujeres: Higinio Sobera de la Flor también fue investigada por él.
En 1952 coordina los estudios para establecer la autenticidad de los restos del último emperador Azteca, Cuauhtémoc, encontrados por la antropóloga Eulalia Guzmán. En 1965 la Organización de la Naciones Unidas (ONU) lo comisiona en República Dominicana para realizar estudios comportamentales de los soldados estadounidenses que habían invadido al país.
A los 15 años de edad pierde a su padre, víctima de un asesinato en las oficinas del ferrocarril en la estación de Tampico. Lejos de cambiar su vida, nace en él el interés del por qué de las conductas homicidas en los hombres.
En 1929 llega a ciudad de México desempeñándose como ayudante del Juzgado IV Correccional, formando parte del Consejo Supremo de Defensa y Prevención Social, al año siguiente ingresa como practicante en el Servicio Médico Forense.
En 1939 se convierte en el primer criminólogo graduado en la Universidad Nacional Autónoma de México, obteniendo la jefatura de la Sección Médico Psicológica del Centro de Observación del Tribunal de Menores. Fue discípulo del gran psiquiatra forense José Gómez Robleda, quien estuvo a cargo del Neuropsiquiátrico General de la Castañeda. Sus informes sobre perfiles criminales tuvieron repercusión en todo el mundo.
En 1932 en la cárcel de Lecumberri junto con los doctores Matilde Carrillo, Benjamín Argüelles y González Enríquez se disponen a realizar los primeros estudios científicos sobre las personalidades atípicas de los reclusos logrando clasificarlas. Quiroz sostiene entonces que la política criminológica debe considerar no solo la reculsión si no también la rehabilitación, haciendo prevención en los aspectos sociales, económicos y psicológicos. Años más tarde no solo logra la búsqueda de recuperación de los presos si no que propone la edificación de diferentes unidades penales en la ciudad de México desapareciendo el reclusorio Lecumberri
Para él las ciencias Criminalísticas y las Criminológicas al unirse se enriquecen una a la otra complementándose, porque los conocimientos técnicos de la primera perfeccionan el por qué logrando una síntesis para la explicación de las conductas antisociales, lo que ayuda a establecer medidas preventivas.
Uno de los casos más sonados en los que intervino es el de Jacques Mornad, el asesino de León Trotsky, gracias a sus pericias, se logró atrapar al criminal.
Gregorio Cárdenas asesino de mujeres a las enterraba en el patio de su casa fue también parte de su investigación en 1943. Este criminal no llegó a ser sentenciado, ya que durante su reclusión en la cárcel de Lecumberri cursó estudios de Derecho, lo que le valió poder defenderse y asesorar a otros reclusos en sus correspondientes procesos penales. Finalmente Cárdenas fue puesto en libertad.
El famoso falsificador Enrico Samprieto fue finalmente atrapado por la policía gracias a la intervención del Dr. Quiroz Cuarón en el año 1948.
La personalidad de otro asesino de mujeres: Higinio Sobera de la Flor también fue investigada por él.
En 1952 coordina los estudios para establecer la autenticidad de los restos del último emperador Azteca, Cuauhtémoc, encontrados por la antropóloga Eulalia Guzmán. En 1965 la Organización de la Naciones Unidas (ONU) lo comisiona en República Dominicana para realizar estudios comportamentales de los soldados estadounidenses que habían invadido al país.
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